Prisas, agobios y una gran concentración de personas son tres de las características más básicas que recorren todos y cada uno de los transportes subterráneos de todas las grandes ciudades del mundo.
Todo esto parece olvidarse en el Metro de Estocolmo (Suecia). En la práctica totalidad de sus estaciones, los pasajeros pueden disfrutar de una experiencia en contacto con el arte con las más diversas e inimaginables obras que se centran en esculturas, mosaicos, pinturas, inscripciones o relieves.
Con todo esto, se puede decir que el metro de Estocolmo es un auténtico museo vivo de evolución constante debido a la cantidad de estaciones decoradas convirtiendo, al metro de la capital sueca, en uno de los más impresionantes de Europa.
Engloba a lo largo de sus 110 kilómetros de recorrido a 140 artistas que desde 1950, - año en que entró en funcionamiento la primera línea de este subterráneo y que unía Slussen (centro de Estocolmo) con Hökarängen (al sur de la ciudad)-, han dado vida y sentimientos a sus estaciones.
PALACIOS SUBTERRÁNEOS EN MOSCÚ. Un poco más antiguo, - se inauguró en 1935-, es el metro de Moscú que, con sus 293 kilómetros de tendido repartidos en sus 12 líneas, es el tercero en longitud del mundo detrás del de Londres y Nueva York.
Destacan en él la majestuosidad de sus estaciones, convertidas en pequeños palacios subterráneos en el que el transeúnte puede disfrutar adentrándose en la época Imperial Rusa. Pasillos decorados con mármol, grandes lámparas colgadas del techo y vidrieras de lo más colorido caracterizan las estaciones más relevantes del metro de la ciudad rusa.
Como dato curioso, los trenes del metro de Moscú son idénticos a los utilizados en todos los demás metros de ciudades que en su día formaron parte de la Unión Soviética, como San Petesburgo, Budapest, Sofía o Varsovia.
Habrá que ir a verlos!
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