“Que mi sangre no recaiga jamás sobre Francia”, esta fueron las últimas palabras del Rey Luis XVI minutos antes de que ser guillotinado el 21 de enero de 1973.
Muchas personas presentes en el lugar recogieron sangre del monarca absolutista. Este es el caso del aristócrata Maximiliam Bourlaoue, que impregnó su pañuelo con la sangre que se filtraba entre la madera. Bourlaoue guardo ese pañuelo en una calabaza que posteriormente ordenó decorar.
Dos siglos después, una calabaza que posee una familia italiana desde hace más de un siglo, parece ser la utilizada por el noble francés para guardar la sangre del Rey. Las investigaciones en esta calabaza, - que está valorada en dos millones de euros-, relatan que, aunque no quede resto del pañuelo, si hay una sustancia reseca que, según los expertos, se trata de sangre de un varón europeo.
Verificación. Para comprobar tan insólito descubrimiento, la única opción es analizar el corazón de su hijo Luis XVII, que murió a los 10 años en una cárcel en 1795. El médico que le realizó la autopsia, sustrajo su corazón y lo guardó en un frasco que se conserva hasta la actualidad.
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