Periodista deportivo, político, diplomático, deportista multifacético y sobre todo, precursor de los Juegos Olímpicos Modernos. Juan Antonio Samaranch, -uno de las personas más queridas en el mundo del deporte tanto nacional como internacional-, fallecía, la semana pasada, por problemas cardio-respiratorios.
No tardaron en llegar las primeras reacciones desde todos los ámbitos de la sociedad desde que se conociese la noticia. Políticos, miembros del Comité Olímpico, deportistas de todas las especialidades y miles de personas anónimas tuvieron palabras de reconocimiento ensalzando la gran labor que desempeñó durante su dilatada trayectoria profesional.
Samaranch, -que vivió y dio todo a favor de la gran familia olímpica-, formó parte del Comité Olímpico Internacional (COI), durante 44 años de las cuales, más de dos décadas, fue presidente del mismo, cargo que ocupó entre 1980 y 2001, año en que pasó a ocupar la Presidencia de Honor.
Su legado es imborrable. Fue el gran propulsor del movimiento olímpico y uno de los máximos responsables del éxito de los Juegos Olímpicos de Barcelona’92. Hasta el final estuvo implicado en el olimpismo. Tanto es así que apoyó expresamente las candidaturas de Madrid para ser sede olímpica en 2012 y 2016.
ADIÓS MULTITUDINARIO. Alrededor de 4.000 personas se agolparon en los entornos de la Catedral de Barcelona para asistir al funeral que estuvo oficiado por el cardenal arzobispo de la diócesis, Lluís Martínez Sistach y al que acudieron los Reyes junto a las Infantas.
La capilla ardiente que se instaló en el Palau de la Generalitat recibió la visita de cientos de barceloneses para mostrar sus respetos y dar el último adió a Samaranch.
ACTOS INSTITUCIONALES. Desde primeras horas de la mañana, Barcelona y toda la familia olímpica homenajearon a Juan Antonio Samaranch, en una ceremonia civil que tuvo lugar en el Palau de la Generalitat a la que asistieron más de 200 personas.
Los Príncipes y las autoridades recibieron el féretro poco después de las 10 de la mañana en el Palau de la Generalitat. En el Salón Sant Jordi, donde se celebró la ceremonia civil, se colocó el féretro cubierto con la bandera olímpica, que también ondeó en los balcones del Palau de la Generalitat y del Ayuntamiento. Mientras tanto, el himno olímpico no dejaba de sonar.
El ‘Amigos para siempre’ que clausuró los Juegos Olímpicos de 1992 ha resonado con fuerza en la despedida de Samaranch. Sin duda, el himno del olimpismo moderno, no volverá a sonar igual sin su gran precursor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario