miércoles, 14 de abril de 2010

Poniendo nombre a las calles


Paseamos por ellas sin pensar en su origen. Si estamos acostumbrados a transitar por ellas habitualmente, ni si quiera nos fijamos en los carteles que las dan nombre. Las calles, y principalmente sus nombres, marcan la vida en ciudades y pueblos en las que se establecen pero, pocas veces, nos paramos a pensar sobre sus orígenes y el de sus nombres.


La tradición europea de poner nombres a las vías de las ciudades choca con la ordenación americana que organiza la mayoría de sus calles por números y por su ubicación este-oeste en relación a la calle principal que suele dividir a la localidad en dos.


Fruto de esa tradición europea en cuanto a la nomenclatura, generalmente se suelen utilizar el nombre de personajes emblemáticos como poetas, escritores, monarcas o los parajes que bajo ellas se han ocultado.


GUARDO. En el municipio norteño de Guardo, son muchos los ejemplos que, a día de hoy, indican parajes existentes en los aledaños de las actuales calles y avenidas del municipio. Así, nos encontramos con la calle Arroyal o la calle Río Chico que son fiel testigo de la existencia de sendos afluentes del Río Carrión que, en la actualidad, se ocultan bajo el asfalto y las toneladas de ladrillo y hormigón de los edificios de sus entornos.


De igual forma en el callejero guardense se pueden identificar barrios como el de La Fuente, indicando la existencia de este elemento urbano en el lugar cuando en la localidad no llegaba hasta las casas de los habitantes del Guardo más antiguo. Un ejemplo más actual, de mediados del siglo pasado, es el barrio de Explosivos que nació al amparo de la fábrica de explosivos ‘Río Tinto’ en la que en su día se empleaban a 600 trabajadores que, en su mayor parte, residían en este barrio de nueva creación.


Alguno de los colegios de la localidad también guarda en su nomenclatura, resquicios del lugar donde se construyeron. El Colegio Vegarredonda se llamó así por estar asentado en esta zona de la localidad que, antes de la expansión del municipio, estaba ocupada por tierras de cultivo relegando el núcleo urbano al cerro del Barrio Barruelo. Por su parte, el Colegio El Otero lleva este nombre por estar construido sobre un otero en la parte alta del municipio.


PALENCIA. Aunque parezca a primera vista inverosímil, de la llegada de la rotulación oficial a las calles de la capital palentina tienen gran ‘culpa’ los franceses. Nuestros vecinos europeos llegaron a Palencia el 14 de enero de 1808 y fueron alojados en las casas de los palentinos que, bajo mandato supremo del Ejército, debían de correr con todos los gatos que esto suponía.

Los soldados franceses que llegaban a la capital castellana tenían cierta dificultad a la hora de encontrar alojamiento ya que no era de buen gusto entre los palentinos tener a un desconocido en su casa a los que había que mantener. Por ese motivo, era frecuente que los palentinos guiasen erróneamente a los franceses cuando éstos les preguntaban por el destino que sería su casa.


Todo esto hace que, el 17 de diciembre de 2008, el corregidor de Palencia exponga la necesidad de que se ponga nombre a todas las calles y numeración a todas las casas de dicha calle. Del nombre de las calles se ocuparía el Ayuntamiento capitalino, de la numeración serían los propios vecinos los encargados de proceder a su colación.


Esta rotulación, que comenzó en la Calle Mayor para ir extendiéndose a otras vías de la ciudad, permaneció en activo durante más de 50 años.


NOMBRES FRANQUISTAS. Por otro lado, la Ley de Memoria Histórica establece que debían de desaparecer de las calles, avenidas y plazas de todos los municipios españoles, cualquier nombre que tuviese relación con el régimen franquista.


Si bien, hoy día aún 200 vías de la provincia de Palencia llevan nombres alusivos a este periodo de la historia de España. En la capital son 5 las calles que aún tienen relación con el Franquismo.

La localidad palentina con más nombres que según la Ley debían ser cambiados, es Alar del Rey con 8 calles. Le sigue Cervera de Pisuerga con siete y Carrión de los Condes y Paredes de Nava, con cinco calles cada una.


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